sábado, 12 de febrero de 2011

A Simple Twist of Fate

Foto: I.N., A simple twist of fate, 2011
Ayer fue un día extraño. Cogí tres aviones, el primero entre la ciudad de la canción hippy y la del cine, el segundo hasta la capital suiza, el tercero hasta mi pobre ciudad del cemento, invernal mientras que allí brillaba la primavera y la luz del mar. Horas de controles de aeropuertos, de sacar y meter el ordenador de su funda, poner los zapatos en una bandeja (he visto que mucha gente no lleva calcetines bajo las botas), perder otro arete, comer comida simulada de astronauta, respirar ese aire sin aire temiendo los estornudos y toses de los demás pasajeros. Esta vez el viaje largo se me hizo mucho más corto. Nadie gritaba ni aullaba como a la ida y pude dormir. El tiempo se detuvo sólo al final. Alguien me dijo que al viajar hacia el Este, en la dirección del sol, se acrecienta el sueño. En ese caso, mi cuerpo lo sabía antes de empezar porque me levanté somnolienta y empecé a dormirme en el primer avión. A mi lado, una chica japonesa con las uñas pintadas en una fantasía estampada iba cabeceando bruscamente en todas direcciones. Mientras estuve despierta, me salvó Carson McCullers, y cuando acabé su reloj sin manecillas, leí a Cynthia Ozick, que aún leo, con su brillante historia del encuentro entre secretarias de Henry James y Joseph Conrad. Leí en The New York Times de la muerte de Paul Getty, de la historia triste e impresionante de la mezquindad millonaria del abuelo, el abandono del padre, la oreja tintinesca, la parálisis, las drogas, los juicios y aún me sonó distinta después de haber visitado el magnífico museo. Leí sobre todo reflexiones sobre el futuro de Egipto y otros países árabes que se están rebelando. Y al llegar a casa, supe que Mubarak al fin se iba (qué lección de sociedad civil poderosa nos han dado; se merecen que nadie logre torcer su proyecto, democracia, que no les gobierne ningún indeseable más).
Al llegar, el agotamiento era tan fuerte que no podía distinguirse de la fuerte melancolía de volver a un país donde los periódicos son fuertemente depresivos, amenazantes, donde los hombres se abandonan y son feos, donde cortan los árboles y cunde el cemento, donde nadie apuesta por el talento de otros sino es algo ya sabido y conocido, donde no parece haber futuro.
Puse algunas lavadoras en el caos, le di a G. sus regalos, abracé a un Rufus que se hizo el indiferente (como suelen los gatos) y simuló interesarse sólo por la comida, pero luego quiso retarme a acariciarle sólo en la helada terraza. Mi buzón de correo desbordaba de cartas, libros que apenas he empezado a abrir. Cené poco y dormí mal: me desperté a las tres, me puse a hacer cosas, hasta las cuatro y veinte estaba despierta, pese a las hierbas chinas... y luego dormí tan profundamente que al sonar el despertador no reconocía la habitación, me preguntaba en qué hotel estaba, intentaba reconstruir el paisaje en la semipenumbra. Mareada de un hambre avasalladora y una fragilidad nueva, he ido a hacerme análisis y pruebas. Qué triste parecía el sótano de ese centro en sábado con mis pensamientos negros aleteando -si ayer ya me radiaron en los aeropuertos, ahora aquí...-, pero todo ha acabado pronto. He vuelto a mi desordenada y silenciosa casa, me he hecho un desayuno que parecía una celebración, he puesto mi nuevo disco de Lightnin' Hopkins que debió de fascinar al primer Dylan, he contemplado el catálogo de Felice Beato y me he puesto a bailar, sintiéndome llena de gratitud y con los ojos brillantes al pasar por el espejo. Tal vez vaya a morir (yo, que sólo pasé por el quirófano para dar a luz y estuve a punto de morir, siento lo que viene como un fracaso sombrío, me parece el fin), pero hoy quiero bailar. Bailaré sobre la tumba de lo que acaba. Bailaré por The End of the Affair y también por las esperanzas del país de Isis, del país de Ast. Será una forma de brindar y conjurarlo todo. Bailaré por mis tristezas, por mi juventud perdida, por la belleza que se fue de este país, por la alegría de estos días, que ya terminó, por los caprichos del deseo, por los aires distintos de otras culturas, por los bosques de John Muir, por mi condición libre y andariega, bailaré y escribiré.

12 comentarios:

Isabel Mercadé dijo...

¡Y a mí me ha encantado encontrarme con una antigua entrada que no conocía, sobre el bloqueo y la niña que anduvo y anduvo. Me recuerda a algo que yo hacía hace muchos, muchos años, cuando tenía 9 ó 10! Y me ha encantado también la lúcida esperanza de esta entrada y la manera irónica y luminosa en que lo cuentas. Bailemos y escribamos, mientras tanto...

Belnu dijo...

Oh gracias, Bel M!!! Esa niña del cuento siempre anduvo conmigo, y más en el dibujo de A.Rakham... Gracias por tus palabras, que necesito y guardaré...

Dante Bertini dijo...

ME ALEGRAS EL DÍA CON TODA TU ALEGRÍA CON Y SIN PORQUÉS!
A BAILAR SE HA DICHO, SINVERGÜENZA VIAJERA POR TIERRAS MARAVILLOSAS; TÚ AL MENOS TIENES ESPERANZAS SOBRE PUEBLOS Y MANIFESTACIONES, QUE YO, MÁS VIEJO, MÁS EXPULSADO, MENOS HIJO DE ESTE CEMENTO CATALÁ, YA NO TENGO...
NO HABRÁ MUERTES TEMPRANAS, NO TE HAGAS ILUSIONES: COMO DECÍA MI MAMÁ "YERBA MALA NUNCA MUERE".
(La envidia me carcome, de allí mi tono algo agresivo)
Un abrazo de bienvenida.

Belnu dijo...

Oh Dante, muchísimas gracias por tu comentario, cómo me alegra alegrarte con mi bailoteo! Es difícil acabar con toda esperanza, ya sabes, yo espero sólo en algunas cosas, pero no espero nada o casi nada de mi país, ni de sus habitantes dejados, pasivos, autocomplacientes!

Emma dijo...

Isabel, he seguido todas tus aventuras. Gracias. El organismo humano es más resistente de lo que creemos. Sobrevivirás.

Belnu dijo...

Gracias, Emma! Wait and see

civisliberum dijo...

Bienvenida a casa, celebro que haya sido interesante. Para las vueltas desde USA te recomiendo Delta pero con ida o vuelta en domingo, la ida y vuelta no llega a los 500 euros.

Ephemeralthing dijo...

Estos últimos días he seguido en la prensa las noticias sobre los fallecimientos del "joven" Getty y de Maria Schneider, la actriz. Ha resultado muy evocador pues son, o eran, personas coetáneas y recuerdo perfectamente cuando fueron noticia de actualidad.
Que tengas un buen regreso, a pesar de la grisura barcelonesa.

Belnu dijo...

Sí, Eph, los dos fueron iconos en un tiempo, ¡por razones muy distintas!
Llegar aquí es la desolación. Hoy he ido al bosquecillo de les Eures y me ha dolido ver la basura en el suelo. La plaça Joaquim Folguera es ya una monstruosidad sin vuelta atrás y ahora dicen que tendrán que postergar las obras de la línea IX, ¿por qué no postergaron las talas?. El jardín del azufaifo lleno de basura y amenazado. Un cartel en mi portal anuncia el traslado (es decir tala) de los últimos árboles históricos de Vil·la Florida, "para hacer una biblioteca". Yo no sé de dónde sacan el orgullo catalanes y españoles ni esa idea de que aquí vivimos mejor. He paseado por bosques milenarios conservados magníficamente y no había un solo papel en el suelo ni a nadie se le ocurría maltratarlos. Yo no sé por qué nací en un país así

Belnu dijo...

Gracias, Civislib! Supongo que ahora tendré que quedarme por aquí una temporada.

JML dijo...

Interesante y gozoso el rastro fragilizado de tu viaje, aunque el trazo funesto que lo recorre resulta inquietante... Espero que no sea nada. Un abrazo.

Belnu dijo...

Gracias, JML! Sí, yo espero también que no sea nada!