sábado, 25 de julio de 2009

Per un pertuggio tondo

Fotos: Tigridia. Yo, con los árboles del Parco Garibaldi en Piazza Marina, Palermo, 2009
Héme aquí, sumida en una tranquilidad silenciosa tras el frenesí telefónico que esta mañana se ha reanudado (y que ayer por la tarde me hizo preguntarme cómo resistiría, aún con el temor de que algo se estropee nuevamente y me precipite a ese abismo al que estoy asomada, espantando los pensamientos negros (abyssus abyssum invocat, diría aquel hada maligna, con espíritu de Jacques le Fataliste, quien insistió en llamarme una vez más para amenazarme que lo peor estaba por llegar, y nunca comprendí la razón de esa llamada sádica y le dije: "Bien, tú baila sobre mi tumba si quieres, pero hasta entonces no vuelvas a llamarme") como moscas de septiembre, porque llegué y vi, en una visita a la que por fortuna quiso acompañarme J. -alegrando la atmósfera con su vitalidad excesiva, con sus bromas-, y allí comprobé que la mujer que nunca quiso protegerme de la tortura, que nunca quiso ver lo que ocurría, que procuró toda su vida no saber, olvidar, mirar hacia otra parte, vivir sin vivir, tratar bien a quienes la maltrataban y mal a quienes la consideraban, ha logrado terriblemente ese objetivo y ya no sabe ni recuerda ni puede apenas hablar y forcejea buscando palabras sacudiendo un cerebro que no funciona, y como dijo Ll. con su lenguaje tecnológico, encuentra unos pathways que a ella le sirven para decir, aunque a veces nadie más pueda entenderla. Y otras veces sí encuentra palabras otras inteligibles. "¿Y sales de casa?", le preguntó J. "Sí", respondió ella, "pero tengo que ir con cada quien", queriendo decir que no podía ir sola.
Lo peor fue sentir que ya no estaba, que se había ido de su cuerpo, de ese cuerpo frágil y reducido, 43 kilos de peso. No estaba ella, sino una versión medio vacía, infantilizada. Al volver a casa lloré lágrimas amargas, como hacía tiempo, y ese dolor ha seguido ahí, aunque sea apartado o guardado, al desnudo y rabioso en algunos momentos, sordo e insidioso otros. Hace unos años no existía el medicamento que la ha mantenido con vida, al precio de reducirla a un fantasma de sí misma. Hace unos años habría muerto. Y es que la medicina ha producido estos zombis, estas vidas extrañas, alargadas de una forma torpe e indigna, para servir los intereses de los laboratorios. We are being kept alive as experiments for drug companies! dijo Linda, y es verdad.
Yo siempre he intentado ser justa, no hacerle daño, incluso protegerla, pero a distancia. Sé que no le debo nada y contemplar su castigo me llena de una angustia indecible. Así que tendré que velar para que sean otros quienes la cuiden. En eso no estoy de acuerdo con quienes querrían hacer turnos y obligarme a compartirlos. De momento, me esperan quince días difíciles, sin nadie.
Sé que estoy exagerando, pero si no exagerase no escribiría, ¿no es así, Enrique?
Este mediodía he ido a comer con las altas instancias de la cultura, frente al mar, y escuchar sus ideas y su percepción cauta, irónica y despierta sobre las cosas me ha servido para alejarme de este pequeño infierno mío (Luogo è là giú da Belzebú remoto... ahora recuerdo que Manolo Borja-Villel me decía que mi firma de email, Zbelnu, le recordaba a algún demonio, como Luzbel o Belzebú; ese nombre inspiró un poema de CHM y a mí me gustaba cómo lo pronunciaban CHM y Cacho) o de mi purgatorio (Per me si va nella città dolente... Chicho Sánchez Ferlosio cantaba muy bien esos versos de la Comedia (no encuentro el link de algunas canciones favoritas de ese disco maravilloso, una de las cuales canté yo misma ante los presos de Quatre Camins, por "culpa" de CHM; aunque no sé si ese viejo espíritu resistente tan ateo y ácrata le gustaría a un amigo, y qué horribles imágenes le ponen a una de sus canciones en yt). Un día un chico tarareaba una canción suya en la cola de un cine y yo le pregunté y así localicé todo, el disco que había perdido y el vídeo...). Le he llevado un ejemplar de Si un árbol cae (a las altas instancias). Intentaba imaginar yo cómo sería su vida política e hiperactiva. Corría una brisa deliciosa y a J. la luz de los barcos le recordaba a Marsella, aunque para mí fuese ya completamente siciliana, como los balcones de ropa ondulante de la Barceloneta.
Ayer fui al Verdi con un amigo de siempre y caímos en una película vietnamita absolutamente kitsch e insufrible, hasta tal punto que nos salimos y estuvimos andando hasta llegar a la sufrida plaça Molina, y nos sentamos junto a las obras eternas que destruyen la ciudad y dan alivio a los amigos de Toto Riina. Me contó sus proyectos, sus dudas, los dos libros filosóficos que le esperan (uno ya hecho, su tesis brillante ya en bruto, tal vez por corregir, que se publicará pronto, y otro que escribirá durante este año, aunque aún le produzca un cierto vértigo), me habló también de algunos libros que leía y de los pequeños viajes que hilarán su verano, y yo le conté de mi semana siciliana, que tendrá que extender su fulgor en este verano mío desértico y desabrido, sobre todo la primera parte de agosto, agostada por mi soledad frente a la desconexión de ese personaje que se ha sumido en el olvido, en parte por voluntad propia e inconsciente y también gracias a los discutibles avances de la farmacología y sus necesidades de usarnos a todos como conejillos de indias.
Y sí, el fulgor de Sicilia sigue ahí, flotando sobre lo que comíamos, sobre la luz del puerto, sobre la iglesia que J. ha fotografiado en la plaça de la Barceloneta (donde estaba comiendo un arroz uno de los hermanos de Mariscal, y es que los valencianos conectan con la Barceloneta más que con ningún otro barrio). Hoy Tigridia me ha traído las fotos que tuve que hacer con su cámara y las que hizo ella misma. Ella se iba al mar y yo estaba en camisón, pero me he puesto algo para bajar a la calle. En cuanto a G., llegó ayer de madrugada y en seguida se fue a Gràcia, a una especie de bar de un casal semiokupa donde había una celebración y alguien oculto, tal vez la policía, les gaseó con una especie de lacrimógenos, aunque la guardia urbana negó que hubieran sido ellos. Por la mañana G., que está moreno com o un indio tras volver de mi embarcadero favorito de las islas, y que también allí fue interrogado por la guardia civil cuando iba al concierto de The Wailers (y es que nuestra valerosa y eficaz policía se divierte intimidando a los jóvenes, sin importar que sean cívicos e inofensivos como es G., cuyo problema es que no se decide a estudiar ni a utilizar sus recursos, pero eso no entra en las competencias policiales).
En cuanto a las imágenes, es sólo uno de tantos parquecitos de las ciudades sicilianas, pues allí los árboles reinan como fantasmas de los antiguos príncipes de la que fue poderosa corte, y dan sombra generosa y oxígeno y contribuyen a la belleza del paisaje. Justamente Cacho me preguntaba hoy si Sicilia está llena de basura, como le han dicho. No más que España, le he contestado yo, y por lo menos allí no tiran los monumentos ni talan los árboles, aunque sólo sea por falta de dinero, no parece posible que lo que está ocurriendo aquí ocurra allí. Aquella es muchas veces una belleza dejada y polvorienta (otras restaurada y relumbrante) y hay playas que podrían ser maravillosas y están llenas de detritus, como aquí, como en nuestras islas y en nuestras costas, como los papeles y despojos que se arremolinan en las aceras de mi barrio, o alrededor del hermoso azufaifo.

16 comentarios:

fernando megias dijo...

Todo lo resistimos desde la fuerza de la fragilidad. ¡Que energía, sosegada, me trasmiten esos árboles!

Adelarica dijo...

Si si me gusta, aunque…

Belnu dijo...

La fuerza de la fragilidad! Tal vez sea eso...

Belnu dijo...

Álvaro, ya me contarás de ese pero...

Dante Bertini dijo...

como la Mae West, cuando te pones implacable eres mejor entuavía...
Aunque no se si es demasiado bueno para tí este exagerado tributo a la literatura.
De cualquier manera estoy pensando en voz alta, y se que todos hacemos lo que podemos o debemos hacer. Sin escapatoria, cuando somos sinceros con nosotros mismos hasta sus últimas consecuencias.

Belnu dijo...

Gracias, Dante, hay una parte críptica en tu mensaje, ¿qué no es bueno? Ya te preguntaré in vivo

Anónimo dijo...

Acabo de dejar a mi madre con una cuidadora que ha surgido del pasado, milagrosamente, como en una película de Franz Capra. Se trata de antigua vecina que es enfermera y conoció y quiso a mi madre en sus momentos de reír sabiendo por qué. Ha llorado -recuerda: "jugar, jugar" trabucando el poema original de Girondo- al verla en su estado actual de larva sonriente. Paz, pues, en este domingo. Leeré a Carlos Zanón y escucharé algunos de tus cuentos. Nuestro osado poeta anda algo perdido, zascandileando -como terapia mariposil y no del todo infructuosa- por el Facebook. Quizá en esa primera quincena de agosto...Lo dejo así, pero quizá...
(A.G.)

Isabel Mercadé dijo...

Pues no sólo el nombre, Isabel, hay otras coincidencias (y admiro
tu valor exponiéndolas así, en público), más terribles. No sé si te servirá de algo (o no) saber que no somos únicas en eso; conozco cómo son esas lágrimas,
yo tenía una, que había sido exactamente igual que la tuya entonces y que estaba empezando a ser exactamente igual ahora; se fue definitivamente hace unos meses y la protegí, sí, lo que pude, aunque sea por protegerse una misma, el alma propia, sentí (y ahora me alegro) que debía hacerlo.
Espero que "eso peor" (no sé qué es, no se muestra la página) no llegue nunca, y que pases el mejor verano posible.

Belnu dijo...

Cómo te comprendo, osado poeta, y las lágrimas de la enfermera y la antigua risa con sentido e incluso el trabuco que asoma aunque sea desviado hacia el poema. Mi domingo, tras la expo de Gerda Taro y R. Capa y cierto extravío por el laberinto caliente de Montjuïc, es sólo la antesala del infiernillo de mañana. Mi fragua de Vulcano. Y eso tras algún cruce de metralla con alguna hermana(stra) macbethiana.

Dante Bertini dijo...

hablaba de tus dolores físicos, de tu salud.

Belnu dijo...

ah, comprrrendo...

Belnu dijo...

Gracias, Bel. La verdad es que sí, consuela ser leída, comprendida o que mis construcciones susciten ecos o reminiscencias o feedback. Si no no seguiría aquí, tirándolo todo, en cierta manera...
La página que no se ve yo sí la veo
http://sakkarah.blogia.com/upload/20070715231811-nightmare.jpg
Pero qué sé yo sobre esos designios terribles con los que me amenazaba, no sé por qué,ese personaje de cuento, aunque algo me dijo: "fracaso en la escritura, enfermedad grave, desgracia familiar y pérdida de la casa, creo que era eso más o menos. Y luego rellamó para decirme que no me hiciera ilusiónes, que "lo peor estaba por llegar". Siempre me desconcierta que alguien a quien nunca has hecho daño te deteste por el mero hecho de existir, pero quién sabe qué fantasmas despertamos en otros...

Isabel Mercadé dijo...

Lo peligroso en estos casos es creérselo (eso que llaman profecía autocumplida).
Resistir, sí, desde donde sea.

Belnu dijo...

En efecto, Bel, ése es tal vez el único poder de los vaticinios, convencer y matar así, estilo hechicero de poblado... Y siempre hay una parte en nosotros dispuesta a escuchar eso. Pero también, por suerte, hay otras...

odette farrell dijo...

Hermosos árboles Zbelnu... seguramente te ayudarán a enfrentar esos fantasmas

Belnu dijo...

A los fantasmas, y también a los personajes vivos con los que en este momento tengo que relacionarme, a mi pesar