miércoles, 23 de enero de 2008

Robótica, maravillas del lenguaje y conversaciones



Foto: IN., Autorretrato PS, diciembre 2007. No me gusta mi aspecto en esta foto, pero me encanta ese espejo iluminado que me recordó a Dead of Night, la película inglesa de terror poético de la que ya hablé aquí.

Hay una escena memorable en Misterioso asesinato en Manhattan de Woody Allen en la que los detectives aficionados llaman al supuesto asesino con una voz grabada y lo más gracioso es que, cada vez que él plantea una pregunta imprevista, le repiten una de las frases hechas grabadas, aunque no corresponda, con lo cual se produce un absurdo hilarante. Esta mañana me han llamado por enésima vez de la compañía del gas, para ofrecerme calefacción, aire acondicionado y etc. Le he dicho a la mujer que llamaba: "Oiga, ya tengo de todo, no me interesa, pero me llamaron ayer y anteayer a la misma hora, haga el favor de tachar mi teléfono, no me llamen más." Y ella, tras un segundo de silencio perplejo, pues no estaba programada para algo así, me ha dicho la única frase que le parecía que podía colocar en ese caso imprevisible: "Ah, gracias por su llamada". Yo recuerdo el alivio que sentí cuando, al llamar al País Barcelona para un asunto de suscripción, se puso un hombre ya mayor, que parecía comprender mis palabras y contestar sin frases robóticas, es decir, que había un verdadero feed-back y no una imitación de esos ordenadores o robots que nos contestan ahora en casi todas partes, y que tanto exasperaron hace poco a Cachodepan. Supongo que ya se habrá jubilado y ahora responderá un robot joven y descerebrado.

Y ellos no son los únicos que maltratan y zarandean el lenguaje. Recuerdo que G. aprendió muy pronto a imitar la estupidez de algunos profesores de su instituto, que ya no podían aludir a algo sin añadir "això és el que seria..., diguéssim" y otras maravillas. Una vez me encargaron un Libro de estilo de castellano para el vacuo Fòrum y en la parte común a todas las lenguas me pedían que incluyera la prohibición de modismos del tipo "a nivel de", "A escala de" "en profundidad" , "en base a", y otras variantes similares de las que se abusa. El problema es que luego tuve que corregir algunos de aquellos textos infumables y no podía seguir mi propio libro de estilo porque, de haber quitado aquellas expresiones, ¡no habría quedado nada!

En este desierto educativo, la gente habla cada vez peor y nos recuerda un poco al lenguaje de la policía. Esos pobres agentes apenas están escolarizados, pero les enseñan a nombrar las cosas con una jerga técnica terrible, algo que, unido a su torpeza para formular frases, es una combinación explosiva: no dicen suelo sino "firme en mal estado", y tantas otras cosas malsonantes. Una amiga talentosa estuvo dando clase de catalán a los mossos y según me dijo, más que otra cosa, intentaba luchar contra esa inclinación y enseñarles a hablar con más sencillez. Me contó que en la nevera que tenían allí en las aulas, había un cartel pegado que ponía: "Cada divendres es procedirà a buidar la nevera". Por lo visto, ellos procedían a cualquier cosa, no podían simplemente hacer, ni siquiera para comer o ir al baño. Hace poco, otra amiga me contó que en Lyón, no encontraba uno de esos cines alternativos que tenía que estar por aquella zona y le preguntó a un policía, él se detuvo y le preguntó a ella: Voyons, Madame, ¿qué clase de películas quiere usted ver? Y acto seguido, el informado policía le explicó que había tres cines allí cerca, uno comercial y hollywoodiense estilo acción, otro de películas comerciales pero más escogidas y un tercero ya sólo para cinéfilos. Y ella se maravilló y pensó que en nuestros lares, eso sería imposible. Para empezar, en este país, uno de ellos no sabría hablar. Para continuar, ni siquiera sabría que existe otra clase de películas además de las que ellos ven. Y en efecto, aquí sólo parece haber vacío y ruido en las mentes de la mayor parte de la población.

Ese vacío ha ido llenando todo con sus formulismos. Esta mañana, yo estaba malhumorada al tener que traducir un texto infumable para una editorial que me debe 800 euros desde agosto y 1.000 desde octubre, pero la contable ni siquiera se digna a contestar a mis mensajes o a decirme cuándo me pagará. G. me ha pedido ayuda telefónica para resolver un ejercicio lingüístico-literario. El objeto tratado era interesante y cargado de su poética irónica y melancólica, pero lo que nos exasperaba a él y a mí era que, como siempre en esa Universidad, le plantean la misma pregunta de cien maneras distintas, de modo que ya no consiste en pensar ni en contestar con brillantez, ni en imaginar nada, sino en saber decir lo mismo de cien formas que parezcan distintas. "No digas más", me pedía él, "guardemos esa parte de la respuesta para la siguiente..." Curiosamente, esa lenta ayuda, en un momento de tanto trabajo mío y mientras unos jóvenes operarios cambiaban el contestador automático con gran estruendo en la puerta, ha hecho desvanecerse mi mal humor, por uno de esos extraños procesos internos, y al salir, me iba riendo sola, para mis adentros.

He comido con JC., aunque nos hemos olvidado de hablar de mi Derrida favorito. Pese a mi miopía y mi renuencia a llevar puestas las gafas en la calle (me mareo), he distinguido su silueta al otro extremo de la calle, tal vez por ese aire suyo de personaje de cuento, (tal vez Rip Van Winkle o Dick Wittington?) y me habría gustado estar más tiempo. Siempre me voy de esos y otros encuentros pensando que hablo demasiado, que al fin y al cabo, ellos ya me leen aquí, y yo debería aprovechar para escucharles. JC habla un castellano aún no maleado pese a tantos años por aquí, sureño y preciso, y sobre todo, archiva las palabras curiosas y las anécdotas del lenguaje y las despliega con su gracia memoriosa. Me ha dicho que le habían pintado la casa, lo cual había supuesto un desorden distinto para sus discos y libros, y que la mesa de libros pendientes se había dispersado al tresbolillo por los estantes. Pese a todo, me ha traído dos libros anunciados en préstamo: los informes de lectura de Gabriel Ferrater (que he empezado a leer en el metro, totalmente encandilada con su estilo, su cultura y su vehemencia) y La felicità di far libri ovvero Leonardo Sciascia scrittore editore, que también he hojeado con nostalgia, pensando en que me tocara un boleto de ciegos que compré para cambiar dinero hace semanas y pudiera por fin tirarme al sofá a leer, y levantarme sólo para escribir sin prisa...
Al salir por la calle Còrsega, la luz del atardecer era deslumbrante y blanquecina, convertía a la gente en siluetas y el espectáculo era tan bonito que pese al ruido rabioso de esta pobre ciudad envilecida, he pensado: "Al menos, el ayuntamiento no ha encontrado aún la manera de acabar con la luz, y es lo que nos queda..." Luego he visto que estaba pasando frente a la calle Venus y no he podido resistir la tentación de acercarme. Mi hermana y su exmarido vivieron una época en una comuna de Venus, entre Perill i Llibertat, y yo me refugié allí en una de mis fugas de casa, a los 15 años. En aquella época, si cogía un taxi para ir y lo decía, en castellano como se llamaban entonces, los taxistas de ese tiempo --algunos de los cuales eran confidentes de la policía franquista, o eso se decía--, no podían evitar establecer su estúpida analogía de que la libertad entrañaba un peligro, así que yo, para no exasperarme, desistí de nombrar las dos calles y sólo les decía Venus-Peligro, o Venus-Libertad. En aquella comuna sui generis también vivió el que hoy es un comentarista fijo de La Vanguardia Cultura/s. Una noche pasaron por allí alguno de los Solé Sugranyes y compañía, y en la cena empezaron a discutir de arte: mi ex cuñado defendía a Picasso y los del MIL lo tachaban de "arte burgués" y en cierto momento, uno del MIL concluyó, expeditivo: "Tú dirás lo que quieras, tío, pero yo tengo una pistola", y los de la casa, lívidos, tras un breve conciliábulo, les pidieron buenamente que se fueran de allí.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

qué te parece: "les propinaron cánticos ofensivos"?
viene de argentina, de la crónica de un diario.

estamos listos para hacer el ridículo?

gracias por la mención

Belnu dijo...

Cómo se podrá propinar un cántico? Me pregunto... Yo creí que propinar sólo se propinaban los golpes...
De nada, Cachodepan, les affinités...

frikosal dijo...

El otro día fui a la tienda de telefónica a remediar la defunción de mi móvil. Me atendió una chica joven pero eficiente y amable, muy lista, que se saltaba el protocolo siempre que hacía falta. Incluso me reveló el botón secreto, que es una opción del menú del teléfono que hace que se active una conexión totalmente innecesaria pero carísima. Le dije "Este botón es la estafa, no?". "Si, ese es". Poco va a durar.

Menuda coincidencia: "Una comuna en Venus, entre Perill i Llibertat"

La luz.. el ayuntamiento no puede con la luz del sol, de momento, pero el alumbrado público (que debe ser necesario) ha acabado con las estrellas.

Si pasas un día por mi ciudad-dormitorio, verás que en la lucha del ser humano contra los ayuntamientos estamos perdiendo muchas batallas. Ahora mismo están arrancando todos los árboles de la rambla, quería hacer fotos pero mejor no me acerco por que no me conviene. Es para hacer algo después, no se sabe que, se lo están pensando.

nomesploraria dijo...

Los periodistas continúan confundiendo indios con hindúes, todo se inicia y finaliza y el tema es que...

Vivir entre Venus-Perill y Venus-llibertat, no está mal (a nivel metafórico, claro).

Belnu dijo...

En efecto, Nmp, ¡era una dirección poética y emocionante! Aunque a algunos no les sirviera. Y sí, periodistas...

Belnu dijo...

Sí, Frks, son unos gangsters los que nos gobiernan, especie de criaturas con cerebro peor que el de un invertebrado, ¿dónde creen que se irán con su dinero de cemento cuando no quede ni una sombra donde cobijarse, a otro planeta? Me dijo una chica que conozco que en Gavà había una avenida con árboles centenarios por donde paseaban siempre, que los talaron todos y no hicieron nada, simplemente, ahora en primavera, para andar por ahí no hay una sombra, sólo cemento... Ellos los cortan por si acaso. Sé lo de la luz, es una de las sensaciones impactantes cuando te alejas de cementolandia y ves el cielo de noche, tan generoso. Pero en lo que respecta al atardecer y el amanecer, aún no han encontrado manera de quitárnoslos...

igniszz dijo...

En cementolandia las gruas vigilan el amanecer y su esquelético contorno osa ocultar el horizonte en vano, y siempre pierden el pulso al sol, pero me roban el regalo de la belleza del amanecer.

Árboles por farolas, es el trato.f

Belnu dijo...

Sí, es verdad, pero lo que no entiendo es por qué siguen construyendo si ya se sabe que la burbuja estalló?