sábado, 6 de octubre de 2007

El jueves, en la Filmoteca


Foto: I.N., Cortanovci frente al Danuvio, Vojvodina, Serbia, 2007


Vi otras tres piezas cortas de Heddy Honigmann, Food For Love. Mientras su madre cocina una receta judía familiar (A Shtetl that's no longer here), recuerda la tragedia de su pueblo en Polonia durante la persecución nazi, mezclando ingredientes e idiomas de su éxodo. En Saudade es una receta portuguesa, con recuerdos de una infancia pobre en Lisboa, de la que huyeron madre e hija a Holanda, durante la dictadura de Salazar, y la hija canta fados mientras componen la figura del abuelo y su forma de cocinar el conejo, y por fin, en A Recipe For Reconciliation, un iraní exiliado en Holanda, recuerda a su moderna e interesante abuela, que jamás cocinó y sí se dedicó a la vida intelectual y no prestó nunca atención a su hija, madre del cocinero, y una sola vez, ya mayor, decidió ser por un día una buena madre y buena abuela y les hizo esas berenjenas deliciosas que él intenta reproducir en su restaurante y escuela de cocina, y cuenta como esos platos le consuelan de su nostalgia de Irán y su familia. Sentí un impulso intenso de irme a Irán, incluso pensé si preguntarle a mi amigo persa-canadiense si no le importaría que le acompañase en uno de sus viajes a Teherán. Sobre todo porque en la película, con aquella receta y la historia de aquellas mujeres, se hablaba de una Persia mediterránea y de vida más libre, muy lejos de Ahmadineyad y de los estereotipos que nos cuentan aquí, y el paisaje que entreví en un documental durísimo ya me despertó una vez el deseo de ir, pero por desgracia, no creo que sea un sitio para viajar sola, sin conocer la lengua, y sobre todo, con ese gobierno de ahora.


Hoy he visto un concierto mediano en el Auditori, el que llevarán a Frankfurt como representación catalana. En mi confusión característica, creí que el programa de hoy era el de mañana. Según mi humilde opinión, es una lástima que hayan seleccionado precisamente algunas de esas piezas, porque sin duda hay otras mejores. Otras sí merecían estar (Lamote Grignon me gustó, Gerhard era interesante, Vivancos a trozos también, Mompou no muy bien escogido, tiene piezas mucho mejores y la soprano no ayudó a mejorar las cosas, Toldrà y Guinjoan no me interesaron en absoluto). Nos reímos mucho después, comentando nuestras observaciones de los miembros de la orquesta y su gestualidad. Uno de ellos parecía disfrazado de león. Al fondo, uno de los vientos parecía hablar y hacer guiños. Como estaba todo semivacío, nos fuimos acercando hasta la cuarta fila de platea. De cerca, los que desde arriba parecían interesantes, dejaban de serlo. Curiosamente, desde arriba, el primer violín parecía delgado, alto y huesudo y muy germánico, pero al llegar abajo había engordado considerablemente. Después de todo un día luchando con la escritura, buscando un tono, intentando disciplinar lo demasiado sentido (trying to learn to use words, and every attempt/ Is a full new start, and a different kind of failure... And so, each venture/ Is a new beginning, a raid on the inarticulate), no estuvo mal ir. Incluso dormité un rato, lo cual, según mi acompañante, no era mal indicio, porque si la música es muy mala ni siquiera se puede dormir.
Por cierto que después hemos ido a tomar algo a un local de tapas de la Diagonal llamado Bar Mut, que no era mudo sino notoriamente ruidoso y donde no tenían ni un vino decente, ni un queso comestible, ni ninguna consideración en el trato a los clientes. Nos han traído sin pedirla una sardina requemada y hasta el pan era incomestible. El lugar estaba a tope y había cola. ¿Qué se puede esperar de una ciudad que no sólo tolera ese nivel tan bajo de trato sino que hace cola para recibirlo? Contra lo que opinan los comentaristas anónimos que me visitan, yo no idealizo Europa, pero sé que aquí, salvo quizás el clima, casi todo es peor. Y en cuanto al clima, si nuestros ayuntamientos siguen talando árboles con tanta alegría, pronto dejará de ser una razón para vivir aquí.

Nos hemos despedido frente al azufaifo. Hay que prepararse para la segunda fase -negociadora- de la batalla para protegerlo. Ayer, hablando con alguien que trabaja en un departamento municipal, se extrañaba mucho que en el distrito se nos hayan puesto en contra, que no hayan apoyado nuestra iniciativa. Generalmente suele ser al contrario...
El árbol está tan bonito de noche, con la calle quieta, sin coches... La gente se para a verlo y a leer los carteles de la esquina. Siempre oigo pasar a alguien que comenta sobre el ginjoler. Me gustaría poder atravesar la alambrada para quitarle esas basuras que le arrojaron los zafios y abrazar su viejísimo tronco bicentenario. Es una suerte que haya llovido.

10 comentarios:

JML dijo...

Le mando desde aquí un abrazo virtual a su azufaifo. Llegará en trenes nocturnos y sucios, sin luz ni palabras, pero bien dormido, como si le arropara esa música que a vd. le exaspera, mi querida Isabel.

Bares... qué lugares!! Yo sólo como de pie cuando me miman. Soy así, qué le voy a hacer!!

Saludos.

Belnu dijo...

Ja ja, me encanta ese abrazo que viaja en trenes sucios, arropado por una música mala, el pobre, lo imagino como con batín a cuadros, vacío...
No era de pie, era con banqueta, pero qué lugar ponzoñoso! Para no volver... Tal vez en su ciudad sea más fácil, en ésta cada vez hay más lugares... donde no ir.

JML dijo...

No, no… aquí igual. De pie o en taburete. Y qué le voy a contar del llamado “pequeño comercio”, esa vieja burguesía local y triunfante… a su habitual mal humor hay que unir el resentimiento y el odio hacia los tiempos que vienen. El gremio se ha quedado sin herencia ni continuidad, entre los hijos que huyen y las franquicias que vienen. Resulta irónico e incluso fatal, pero el capitalismo salvaje y subempleado por una vez (y sin que sirva de precedente) hace un poco de justicia social castigando la soberbia de esta buena mala gente (de alguna, al menos, que de todo hay, por supuesto. Ya sabe que no me gusta hacer tabula rasa).

Lo de los trenes sucios no es una exageración. Los que pasan por aquí camino de Barcelona son tal como le cuento: nocturnos, sucios, oscuros. Me recuerdan aquellos otros que iban camino de Astorga, en tiempos de mi “puta mili”. Dejaban una extraña sensación de quietud, porque en medio de la oscuridad no se sabía si se movía el tren o se movía el mundo. En fin. Cosas…

Más saludos

Belnu dijo...

Una vez cogí uno de esos trenes hacia Galicia y a medio camino bajamos a protestar y nos cambiaron el vagón porque había unas ratas enormes con toda su prole de ratoncillos, todos mofándose de la placa ufana que anunciaba su revisión y desinfección. Aún recuerdo la silueta oscura de una inmensa labriega que se levantó y con todas sus fuerzas pisó a uno de aquellos bichos pardos sobresaltándonos mucho más que los veloces roedores... (Claro que la misma escena la vi una mañana en una cafetería londinense, también en aquellos setenta, y fue un ejecutivo londinense con pantalón acampanado el que pisó al ratón sin piedad sobre la moqueta azul...) Eran trenes lentos y no llegaban a su (mi) destino, sino que nos depositaban no muy lejos de las paradas de autobuses de ganado, o de gallinas, a juzgar por el vocerío de aquellas mujeres, que luego bajaban a lavar al río, aunque los tejados estaban llenos de antenas... Debió de ser mi primera protesta por escrito y al cabo de un poco recibí una carta de disculpa de la gloriosa renfe, nada más y nada menos... O tempora, o mores...
Pero comprendo bien lo que dice de los comerciantes...

Anónimo dijo...

Lo del concierto mediano era por el compositor o por los intérpretes.
Algo se salvaría , no?..
impromptu.

Anónimo dijo...

(Mompou está entre mis favoritos)

Belnu dijo...

Ambas cosas. Yo diría que la selección no era buena. Me gustaron algunas piezas de Lamote Grignon, de Vivancos, de Gerhard. No me gustó la soprano, ni la pieza que eligieron de Mompou, ni Guinjoan, ni algo más... En conjunto, la orquesta no me pareció maravillosa. Y para representación en Frankfurt, me pareció muy pobre. Y un comentario frívolo: ¿por qué casi todos los hombres de la orquesta eran tan tremendamente feos?

Belnu dijo...

A mí me encanta Mompou... pero esa pieza no era de lo mejor, o tal vez la arruinó la fea soprano, no sé, pero resultó de una injusta medianía

iluminaciones dijo...

Tal vez se necesite ser feo por el contraste..

Belnu dijo...

Ja ja, pero no pasa en la philarmonica de berlín, ni en otras orquestas que vi...