sábado, 30 de junio de 2007

Un vestido de seda muy viejo

Foto: autorretrato humilde de esta mañana
Sólo me sirve para estar en casa o para llegar como máximo al kiosco porque es tan viejo que, si me agacho o estornudo, se van descosiendo o rasgando las costuras gastadísimas. Me cuesta renunciar a él, le recoso un agujero y al moverme se hace otro. Si me alejara de casa con él, volvería toda rota y expuesta, como Barbarella en sus aventuras, y aunque esté metida en un thriller, ya no tengo edad para eso. El vestido era ya agradablemente viejo hace mucho tiempo, cuando tenía fondo blanco, entonces lo teñí de marrón y de pronto pasó a parecerse a uno antiguo que mi madre llevaba en los sesenta y pico, estampado de hojas de otoño que se ponía en verano, cuando a mí me parecía la mujer más guapa del mundo (aunque nunca me quiso, pero en mi infancia las imágenes eran siempre impecables y el fondo espantoso, nightmarish, siempre con el monstruo de las pesadillas abrazado a mi espalda).
Ayer pensé en mi vestido viejo. Fue bastante después de una llamada en la que me anunciaron buenas noticias, enigmáticamente y sin datos precisos: "Quiero decirte esto para que duermas tranquila", me dijo mi fuente. "Porque no debes de haber dormido muy bien últimamente. (¿cómo lo sabía? ¿acaso era otro de mis lectores silenciosos? Tal vez pensó en las propiedades calmantes de las azufaifas...). "Confía en mí", dijo. "Por los movimientos que observo en la otra parte, estamos en el buen camino."
Luego bajé y estuve viendo al azufaifo desde dentro, aprovechando la entrada de un programa de la TV1 que filmaban unos jóvenes cafres, totalmente analfabetos. Los pobres no sabían ni construir una frase, pero tampoco quisieron hablar con el jardinero experto ni con apenas nadie. Se refirieron a TV3 diciendo: "Bah, eso es una televisión regional... Nosotros somos toda España... Por eso sólo os damos un minuto, pero vosotros no hablaréis". Mientras esos jovencitos animaloides filmaban, ante la mirada desaprobadora de Ninca, yo contemplaba el árbol, allí de pie junto al jardinero y a un experto convocado por la parte contraria, la compañía. Yo miraba al árbol tan grande y armonioso desde allí abajo y oía hablar de las dos soluciones posibles.
"La solución española", la llamó el jardinero con su humanitaria ironía, sería modificar el proyecto arquitectónico, dejar un recuadro para el azufaifo, construir los cimientos con supervisión de un experto, cortando a mano para no dañar excesivas raíces, con cierto peligro para el árbol.
"La solución europea, la solución de cultura en el sentido de (culture) cultivo, de cuidar árboles, sería la solución ecológica, sostenible: expropiar todo el terreno, hacer una permuta con el propietario y crear un jardín para el azufaifo bicentenario, a su medida, su templo, la placeta del ginjoler..." (la que le he pedido al alcalde en una carta que publicaré en Polis más tarde). Eso sería lo que harían en Alemania o Francia.
Pero como el vestido, coses un lado y se descose otro. La máquina inmobiliaria no descansa. Al volver a casa tenía un mensaje de mi vecino escritor. "Sal a la terraza y mira", decía. "Están tirando la última casita del patio de manzana. El último jardín. Mira la baranda rota..." Y efectivamente. He intentado fotografiarla pero es ya tarde, creo que tengo una foto de ella entera, que podría buscar. El nuestro era un patio humildemente maravilloso, con esa belleza caótica de los patios de manzana de sant gervasi, que ya apenas existe, y ahora es tan feo, tan anodino... Y es que matan la belleza con saña, como pisando un hormiguero. "Me jubilaré y me iré a vivir al campo", concluyó mi vecino. Yo no podré jubilarme, y dentro de poco tendré que irme de aquí sin más opción, y no volveré a ver este patio.
¿Por qué el dinero tiene que ir asociado a esa fealdad "sans frontières d'arbres ni d'eaux, comme un cancer malheureux, étalant ses ganglions de misère et de laideur..." ? Antes dinero significaba castillos, pazos gallegos, mansiones, y ahora sólo multiplica la fealdad junto a una opulencia excesiva y también de mal gusto, de una desproporción asombrosa.
Pensaba ir al cine y no fui, me quedé trabajando en la frescura silenciosa de la casa, sin obras ni helicóptero. Y encontré, al reverso, un comentario de alguien que confiesa estar en el mismo thriller que yo y cuya identidad sólo puedo adivinar, Sniperarborist, un francotirador de árboles aunque dicho al revés, bebiéndose un raki (rajia yugoslava?) a la salud de todos los árboles ejecutados sin nombre ni medios... y los que aún caerán, en esta fiebre de corrupción que está destruyendo el país, sin que salga ningún político a evitarlo. Es una imagen con cierta gracia literaria (se non è vero, è ben trovato), pero que retrata amargamente a todos los que enferman de tanto trabajar para el enemigo, enriqueciéndose tal vez o refugiados en la seguridad del funcionario, como tantos a los que hemos oído y nos han llamado en estas semanas: "Yo no puedo firmar..." "Yo negaré esto si me citáis, pero sabed que..." y que aluden a Parcs i Jardins como si fuera la mafia napolitana. Tal vez ni siquiera sea culpa de las instituciones, ya hizo el trabajo Franco, que ha dejado una cultura del miedo y un desierto de la crítica.

jueves, 28 de junio de 2007

Hallazgo trouvaille troballa


Foto: Guillermo Aguirre, Pera Palas, Estambul, 2005. Ya sé que esta foto, que me hizo mi hijo en Estambul, cuando aún viajaba conmigo, no guarda ninguna relación aparente con el post. Puede verse como un momento de ensimismamiento en setting turco, pero en ese hotel, agatha christie escribió alguno de sus libros más famosos, y yo estoy sumida en este thriller del ginjoler...

Hemos descubierto que nuestro azufaifo no sólo es el mejor ejemplar de esa especie Ziziphus Jujuba que hay en Barcelona, Catalunya y España, sino que, según el informe que acaba de escribirnos el ingeniero agrónomo Xavier Argimon, autor de El árbol en jardinería y paisajismo y otras obras, consultado por el abogado e historiador Borja de Querol de Quadras, que nos ha apoyado en este proceso, probablemente es el mejor ejemplar de Ziziphus Jujuba que queda en Europa. Ya lo saben en los medios y mañana volverán a filmarlo.
Nos fijamos en un árbol bonito y generoso, que daba sombra a nuestra acera desde su jardín y diseminaba flores y frutos con los que tropezábamos, recordándonos que la ciudad no era sólo cemento, y resultó ser una estrella arbórea, un ejemplar único, un veterano de doscientos años. Y el ayuntamiento no sólo no lo había catalogado (en los Jardins Joan Maragall hay un ejemplar de 130cm de perímetro troncal que está considerado singular, y en cambio el nuestro, con sus 187cm, estaba olvidado), sino que primero concedió la licencia para construir sin siquiera considerarlo, y luego, cuando nos quejamos, deciden trasplantarlo, poniéndolo en grave peligro y condenándolo a ser, si sobrevive, sólo una pequeña parte de lo que era. Ya lo dijo uno de los botánicos que consultamos: "En este país, todos hablan de ecología y de espacios verdes, pero todos son arboricidas: políticos, arquitectos, abogados... Yo he visto cosas peores que ésta. He visto destruir árboles valiosos por las razones más estúpidas que podáis imaginar."
Y hoy, otro experto, consultado por la parte contraria: "Es un caso de negligencia del ayuntamiento."
El hecho es que muchos botánicos, ingenieros agrónomos y jardineros conocen nuestro azufaifo, saben que fue expurgado hace diez años, habían recomendado catalogarlo...
Dice Argimon en su informe:
ALGUNES CONSIDERACIONS AL RESPECTE DEL GINJOLER DEL CARRER D’ARIMON

"Durant el matí del dia 28 de juny de 2007 rebo una trucada... referent a un ginjoler situat a la finca del núm. 7 del carrer d’Arimon de Barcelona, davant la possibilitat que quedi afectat pel projecte d’enderroc de l’esmentada finca.
Confirmo la identificació de l’exemplar núm. 1 (ref. plànol adjunt) com a pertanyent a l’espècie Ziziphus jujuba Mill. (català: ginjoler; castellà: azufaifo) de la família Rhamnaceae i d’origen xinès. Conec l’exemplar en qüestió des de fa molts anys, ja que jo mateix el vaig identificar arran de la publicació del llibre del qual soc coautor El árbol en jardinería y paisajismo (Ed. Omega 1992).
En diverses ocasions i en diferents ambients havia comentat l’existència d’aquest exemplar de ginjoler, de notables característiques (segons mesura efectuada per Parcs i Jardins fa 187 cm de perímetre) que el fa únic no només a Barcelona sinó que també a tot Catalunya i fins i tot a Espanya i a Europa. En alguna ocasió havia subratllat la conveniència de la seva protecció com a arbre monumental.
A Barcelona hi ha un altre exemplar d’aquesta espècie que sí que està catalogat i convenientment protegit. Es tracta d’un ginjoler situat als Jardins de Joan Maragall, catalogat amb el núm. 0138-03-98 com a arbre d’interès local, i que segons dades del propi Ajuntament de Barcelona fa només 130 cm de perímetre. Al meu entendre, si aquest darrer exemplar ha rebut els honors que el protegeixen, el situat al carrer d’Arimon, per la seves superiors dimensions i el seu perfecte estat, mereix com a mínim els mateixos.
Segons la bibliografia consultada, el ginjoler és un arbre que resisteix enormement la sequera i per tant està perfectament adaptat a les condicions de canvi climàtic que ens venen al damunt. Malgrat el seu origen oriental, l’arbre ja era conegut pels grecs clàssics, pels romans i pels àrabs, i és cultivat des de temps remots a la regió mediterrània, tant pels seus fruits comestibles com per les seves propietats medicinals. De la seva fusta, extremament dura se’n fan instruments musicals com ara la gralla i la tenora, per la qual cosa l’Associació Sardanista Tot Bellvitge en va plantar dos exemplars al Parc de Bellvitge de l’Hospitalet de Llobregat..."

miércoles, 27 de junio de 2007

En la tv

TV3: Els matins de Josep Cuní. Nos han dado 4 minutos por cabeza, aproximadamente. Poco tiempo para decir todo lo que yo quería decir, pero he hecho lo posible. En cuanto me manden la copia del programa la pondré aquí: ¡me han dado permiso!
Yo quería que hablase Ninca Lacruz, ya que sin ella nada de esto habría pasado. Quería haber contado cómo fue, cómo el comentario de V sobre el azufaifo, las flores de la acera, el principio en este blog, la respuesta sorprendente de Vila-Matas, gracias a la propuesta de Lluís Maria Todó, el eco en otros blogs, cómo todo fue rodando a su manera accidental y espontánea, llena de mágicas coincidencias, y tomando fuerza. Pero eso no puede contarse en tan pocos minutos.
(Por cierto, ha sido horrible verme en la TV, siempre detesté ese medio y adoré la radio, uf... El presentador me pidió que le mirase a él y no a la cámara y no debería haberle hecho caso, la luz me deslumbraba, pero no iba a ponerme gafas de sol. Qué horror. En cambio el azufaifo, estaba inmenso, radiante...)
Han venido dos botánicos, los dos trasplantadores de árboles, pero al mismo tiempo, amantes apasionados de esos mismos árboles y han dicho que nuestro azufaifo debe de tener 200 años de edad, porque es un árbol de crecimiento muy lento, han dicho que no hay ningún ejemplar tan monumental ni tan bonito como éste en Barcelona ni en toda Catalunya, que si lo trasplantasen sería una operación a corazón abierto, tendrían que cortarle TODAS las ramas y parte de las raíces, tendrían que mantenerlo "en la incubadora" un tiempo y luego plantarlo, pero incluso si sobreviviera a esa intervención tan traumática y se hiciera bien ese proceso tan delicado, NUNCA más volvería a ser como ahora. Y que no es lo mismo un azufaifo en una extensión donde hay cien mil más, que un azufaifo en un lugar donde no hay ningún árbol.
También han dicho que España (y Catalunya va incluida en el paquete), es el país más arboricida de Europa y que aquí ni políticos, ni arquitectos, ni abogados ni propietarios, nadie vela por los árboles. La verdad es que mientras escuchaba hablar al botánico Bordas de nuestro árbol sentía una extraña emoción. Pensaba que por casualidad, sin saberlo, habíamos elegido defender un ejemplar maravilloso y único, y también sentía la alegría de comprobar que nuestras observaciones intuitivas y de sentido común eran por una vez confirmadas por la ciencia. Ya sé que algunos piensan que me he vuelto loca con todo esto y seguramente tengan razón. Por eso me asombra la respuesta que seguimos teniendo, la conexión con algo generalizado. Lástima que los políticos (ni siquiera los que se llaman Verds) no estén incluidos en esa conexión, sino más bien al contrario.
En un aparte, el botánico Bordas me ha dicho que no le había dado tiempo a hablar de los dátiles del azufaifo (las azufaifas de mi niñez) y de sus propiedades calmantes y tonificantes, tan valoradas por la medicina china. Me ha recomendado que siguiéramos luchando y no ha ocultado que aunque modificaran el proyecto, al hacer los cimientos tendrían que contar con el asesoramiento de un jardinero.
Debo decir que me ha sorprendido la profesionalidad del equipo del programa, que en tiempo récord (desde anoche, a las 11pm) supieron aprovechar toda la información y contactar con expertos botánicos de distintas instituciones, organizar la información y a las personas sólo desde la noche antes, con un pragmatismo y una receptividad realmente notables.
Cuní, al acabar, ha emplazado al ayuntamiento y a Parcs i Jardins a ofrecer una solución alternativa, ya que su política de trasplante va contra la opinión no sólo de los vecinos y la gente de cultura, sino también de todos los botánicos y expertos consultados.
En la calle, una señora me ha reconocido: "Vostè és la que ha sortit a la televisió per defensar el ginjoler?" Me ha felicitado, y me ha contado que ella, Antonia Montmany, y su marido intentaron comprar esa casa hará unos quince años, pero los propietarios no quisieron vendérsela, y que al final se compraron un piso en la calle Camp, con una torre a cada lado. "Era tan tranquil... I al vespre ens cantava un russinyol...." Pero tiraron las torres "I ara només queda soroll i pols i massa blocs de pisos". Otra señora, Carmen Aranda, me ha regalado una foto del árbol que pondré aquí... La sensación es que toda la gente mayor del barrio está con nosotros. Los muy jóvenes también.
Nos dicen -y ya me lo han dicho cuatro personas distintas- que parece como si el azufaifo, desde que nos preocupamos por él, estuviera mejor, más majestuoso, más expansivo, y en este momento lleno de flores. Tal vez. Anoche me quedé mirándolo otra vez al volver a casa. "Che bello!" exclamó una amiga milanesa que venía con nosotros.

lunes, 25 de junio de 2007

¿Habremos tocado un punto sensible?



Foto: Linda Danz 3 trees, 2005

Hoy nuestra historia del azufaifo ha salido en El País y el Avui. Luego nos han llamado de TVE, un programa titulado España en Directo. Más tarde, dos periodistas de Europa Press nos han entrevistado abajo, al pie de las ruinas de lo que fue la casa del azufaifo, y Ninca y yo nos hemos despachado a gusto sobre la degradación del barrio y la ciudad, el ruido, la actitud del ayuntamiento, la contaminación... Y aún más tarde hemos sabido que en el programa de Josep Cuní querían invitarnos. Y Rosa Regàs, que fue vecina de este barrio y recuerda estos árboles, se ha ofrecido a apoyarnos.

A lo mejor parece una tontería, pero la idea de que mi interés y el de Ninca por el Ziziphus Jujuba de Arimón-Berlinès haya logrado todo este eco me asombra. ¿Habremos tocado un punto sensible? ¿Será que la gente empieza a estar indignada o decidida a no dejarse llover cemento sin decir nada?

Hoy, alguien me ha sugerido que tal vez debería comer azufaifas para curarme de mi insomnio (¡la medicina china las usa para eso!). Tal vez esta acumulación de noches blancas acabe conmigo. Empiezo a pensar en aquel conductor de ambulancias de Scorsese, (pero al final, Nicolas Cage durmió...)

Y al mismo tiempo, en cierta manera, todo este proceso del azufaifo me ha transformado: ando por la calle mirando a los árboles, buscando los ejemplares más antiguos, más altos, de tronco más grueso. Siempre que puedo toco los troncos, no puedo evitarlo, un poco como en aquellos juegos de persecuciones donde había que tocar "casa". En realidad, a veces pienso que, en algunos casos, me reprimo para no abrazarlos como cuando era pequeña. Siempre tengo la sensación de que su respiración arbórea, su toma de tierra, su vibración suave pueden transmitirme algo. O yo puedo transmitirles mi reconocimiento táctil, aunque no sirva de mucho. Tal vez yo haya enloquecido, por culpa de algún virus arbóreo...
Si no fuera así, si no fuera por ese virus arbóreo que recuerda al veneno de Rajaijah no estaría sumida en la ruina más absoluta, con problemas para seguir, mientras traduzco sin parar, sin tiempo para escribir mis libros, sólo con la escapatoria de un blog ruinoso, donde debería suprimir ad-sense y buscarme un promotor que no me disgustara, incluso que fuese afín, que me pusiera lo que llaman un banner y me pagara un tanto al año por mantenerlo. O varios. Eso me han dicho... A lo mejor algún día se lo propongo a algún comerciante afín. Si no acabo homeless al pie del azufaifo.
Por cierto, si alguien quiere ver a las dos defensoras del azufaifo-ginjoler, mañana entrevistan a una de nosotras (UNOS MINUTOS apenas) entre las 11 y las 12h de la mañana en el programa de Josep Cuní, TV3. Será sólo una visión fugaz...

domingo, 24 de junio de 2007

Al reverso (de una mañana perdida o ganada)

William Waterhouse, Lady of Shallot, 1916 Al reverso de este blog, en el post anterior, empezó una discusión sobre Ofelias que se ha convertido en colección, por un comentario al parecer inocente que luego produjo una lluvia, no sólo en mi memoria, sino también en la de otros. Así que por un lado, mi tentación prerrafaelita (alguien me convenció hace muchos años de que yo pertenecía a aquella atmósfera algo lánguida y de una intensidad sensual enfermiza, decadente y onírica, que revisitaba lo clásico en versión anglosajona, por similitudes físicas o por espíritu, y aunque ahora ya esté lejos, me queda la afinidad nostálgica). Y en homenaje a los que escriben al reverso, he puesto a esta favorita de Lost Child, Lady of Shallot, para reparar una mañana perdida (o ganada) en brazos de Morfeo, ya que por accidente seguí la tradición y pasé las horas de los fuegos en casa de amigos, viendo películas y cenando en una terracita semi-italiana, volví ya muy entrada la madrugada y tuve que pedir a un vecino que peroraba con fiereza de Ceaucescu (por supuesto, era un latinoamericano, los vecinos lugareños no suelen saber quién era tal personaje ni que existía Europa del Este, sumidos en su ignorante autocomplacencia catalana o española), en la terraza, ante perplejos amigos mudos, que bajara el volumen. Aún más confundidos por mi aparición fantasmagórica, entre las sombras de mi terraza y los arbustos, o civilizados, me hicieron caso. Y he dejado arte tv de fondo, para dejarme reconstituir par la langue française. Espero que esta tarde logre escribir... Mirad aquí !!!! Nuestro azufaifo sale hoy en El País, escrito por Francesc Arroyo, y citan unas frases que escribí en el blog Polis... Y también sale en el AVUI escrito por Marta Carbó...

viernes, 22 de junio de 2007

Soñar, tal vez dormir



Una extraña oleada de insomnio de origen aparentemente físico (hormonal, y por lo tanto, poderoso y capaz de burlar y sortear los efectos de todas las hierbas) me tiene secuestrada desde hace ya más de una semana. Sueño que duermo, pero no lo logro realmente. Me despierto varias veces en la noche y aunque no tardo tanto en volver a las regiones de Morfeo, ya nunca es suficiente. De día, me mareo terriblemente al cambiar de posición, y aunque por las mañanas mis baterías parecen mágicamente cargadas, el cansancio me invade después de comer y ya no me abandona.

Mi amigo escritor serbio me recomienda que duerma con mi gata. Podría ser que sus vibraciones, esas ondas expansivas de ensoñación y sopor gatuno fueran contagiosas. Chissà.

O tal vez podría hacer caso a Paul Éluard:

et, comme aux temps anciens, tu
pourrais dormir dans la mer.

Podría dejar que me durmieran los poetas, echarme al sofá con un montón de libros que hablasen de dormir, taparme con ellos, dejarme envolver por sus palabras de bosques y mares donde se duerme, recuerdo fragmentos. T.S.Eliot escribía:

Whispers and small laughter between leaves and hurrying feet

Under sleep, where all the waters meet.

Más de una vez he pensado que yo usaba los libros así, como el tío Gilito se revolcaba en su dinero, quitándose el albornoz y zambulléndose como en una piscina, tal vez lo mío sea similar...

jueves, 21 de junio de 2007

El síndrome del solsticio

Otra vieja foto de mis 18, cuando empezó la maldición del solsticio (la fotógrafa era Malicia Núñez).

Hay una especie de maleficio melancólico y desesperado que sigue funcionando para mí en la celebración de ese solsticio de verano, algo que empezó hace mucho tiempo y no se acaba de curar, como las viejas cicatrices que duelen con el cambio de estación. Los cohetes que estallan en el cielo, la idea de las verbenas me despiertan siempre el deseo de salir corriendo, de huir, de hacer algo radical. En esa fecha cambié de vida hace ya siglos y cada año se renueva la inquietud. No puedo salir indemne de esa hoguera simbólica donde aún se quema algo mío, en un rito que no puedo controlar. He intentado enfocarlo de otras maneras, ir al cine, incluso pasarme esa noche (atada) traduciendo entre petardos (la terraza se llena de ellos y es casi imposible dormir) y hablando por teléfono con otra traductora. Una vez pasé esa víspera en una ambulancia, acompañando a alguien. Mi padre se ponía tapones en los oídos y organizaba un picnic nocturno, lejos de la bahía, en Cadaqués, aún recuerdo las noctilucas brillando en el agua y su frase: "A partir de ahora, si queréis decirme algo, que sea por señas o por escrito..."
Muchas cosas buenas han empezado y acabado en esa fecha para mí. He escrito dos cuentos con ese material, pero sigo sin resolverlo. Este año, mi dolorosa falta de tiempo, las urgencias, mi ruina no ayudan a la escapada, pero intensifican el deseo de desaparecer, aunque no en avión (han logrado que deteste los aeropuertos, con sus controles policiales), sino en alfombra voladora, en cofre volador, como el cuento de Andersen, o por lo menos en tren.
Más tarde añado un micropoema de Maria Mercè Marçal que he encontrado buscando otra cosa:
Llenço el teu nom als peixos,
Mai, perquè el trobin
fet carn i sal i aigua
els meus hams de demà.

miércoles, 20 de junio de 2007

En La Vanguardia Culturas

Foto: I.N., Pristina, Kosovo

Sale hoy mi pieza sobre el Kosovo literario, que pueden leer en mi otro blog, donde guardo mis artículos de memoria histórica (estuve a punto de decir histérica, tal vez porque soy consciente de mi obsesión por la memoria, que sufren los que visitan este espacio).

Anoche fui a tomar jamón y vino con un amigo fotógrafo, que quería presentarme a dos franceses de France Culture. A pesar del nefasto Sarko, sigo envidiándoles su panorama cultural. Ella es documentalista y él hace emisiones monográficas de una hora y media en esa radio, la próxima trataba de Shi Tao, ese pintor monacal del XVII, que firmaba como calabaza amarga y del que hablaba justamente V hace pocos días en su sugestivo blog. Shi Tao, aristócrata de la dinastía Ming, se salvó de la matanza de los manchúes recogido por unos monjes. En el convento aprendió caligrafía y pintura china y descubrió su talento, y aunque vivió en un régimen mixto entre lo monacal y la vida libre, acabó retirado en un monte pintando la naturaleza.

Apasionados del flamenco, los amigos franceses salían emocionados de ver a José Mercé, pero tuvimos una civilizada discusión sobre tauromaquia, porque habían estado en la corrida, cuya crueldad aborda Cachodepan en su blog, y mi intención es mandarles esas fotos tan duras (a estos lectores de Montherlant, Leiris, Bataille e tutti quanti), que reconocieron con todo la brutalidad del único espectáculo que implica y protagoniza la muerte.

Eso sí, no pude convencerles de que Barcelona no es una ciudad culta, que no preserva sino que destruye su patrimonio. Y es que la visión de la ciudad cambia mucho en cuatro días, corriendo entre museos, conciertos y lugares escogidos.

lunes, 18 de junio de 2007

Monday bloody Monday

Ilustración: viñetas de Calvin y Hobbes escandalizados por la tala de árboles, que me manda un periodista de La Vanguardia.
Ayer bajé al Eixample a un brunch muy agradable con amigos, que empezó Enric Granados abajo, en un entorno ajardinado y tranquilo, y acabó prolongándose en La Valenciana, entre frivolidad y lenguaje psicoanalítico, una combinación maravillosa para mi gusto, muy curativa para mis batallas perdidas por salvar árboles.
Mientras bajaba Muntaner andando en el ritmo silencioso y sin tráfico del domingo, decidí posar la mirada sólo en las casas bonitas y los árboles que me gustaran, esquivando completamente lo feo y terrible; y aunque lo hice por capricho, acabó resultando terapéutico.
Estaba pensando que me resulta muy difícil luchar contra la lentitud de los fines de semana: es una especie de rebelión interna. Ya que sigo trabajando, la diferencia es hacerlo mucho más despacio, de tal modo que las mañanas se pierden en pura ociosidad de desayuno, teléfono en el sofá, periódicos, algún café con amigos... y sólo después de comer logro ponerme a escribir algo, en el caso de ayer un prólogo a un libro balcánico que acabo de traducir. No logré ver las películas que tenía que ver para el Projecte de Memòria històrica, pero lo haré en esta semana sin falta. Antes que nada, espero resolver ese misterioso insomnio que me ha atacado desde hace una semana; algo me despierta como una voz baja que me llamara y luego me cuesta conciliar el sueño. La acumulación de esas noches insuficientes me conduce a un estado de agotamiento peligroso para mi ánimo.
Hoy he hablado con una periodista de l'Avui que escribirá un artículo sobre nuestro ginjoler.
Mientras corrijo unos textos terriblemente escritos de arquitectos arrogantes, artífices de la transformación de la ciudad, siento deseos de enviarles las dos fotos, la de la casa del azufaifo, al lado de la espantosa imagen del edificio que los de Supportis piensan construir en Arimón/Berlinès, en el lugar donde antes estaba la bonita casa del azufaifo. Esos arquitectos elogian lo que se ha hecho y se hace en Barcelona y comentan las reacciones de los vecinos ignorantes y retrógrados, que no pueden comprender sus intervenciones, y se asombran de que antes fuese tan fácil derribar y ahora enseguida, la gente ponga el grito en el cielo. En un momento dado, uno de esos arquitectos, hablando del Fòrum, considera que esa zona reunía desechos, lugares de los que la ciudad quería liberarse, y en la misma lista pone la depuradora, la incineradora y el lugar de los fusilamientos del Camp de la Bota. Es curioso que alguien pueda pensar y escribir que ese lugar de la memoria es algo que la ciudad desea olvidar, algo comparable a la incineradora y la depuradora. ¿Qué ciudad desea olvidar su historia?
Y ahora me permitiré ser errática y digresiva o unir las cosas sólo por un hilo obsesivo, ahora que me he convertido en defensora de un árbol (ya que no escribo la columna que propuse y esto es sólo un cuaderno abierto a quien quiera leerme). Una vez, hace muchos años, íbamos andando por un bosque y yo le conté a mi ex cuñado escritor que Freud, citando a Schopenhauer, decía que las relaciones humanas podían escenificarse como dos erizos en una cueva. El frío les obliga a juntarse para soportar el frío, pero si se juntan demasiado, se pinchan. A él le gustó tanto la idea que hizo una marca en el tronco de un árbol para rememorar la revelación.

sábado, 16 de junio de 2007

Sábado gris


Foto: Felice Beato, Yakuza, 1825.
(He cambiado la foto a petición de Ninca, a quien la anterior imagen revolvía las entrañas).

En medio de esta mañana opaca de sábado, en que el silencio y los pájaros del barrio han sido reemplazados por los gemidos de las grúas y una nube de polvo tan densa que cubre la terraza y a mi gata y entra en la casa a pesar de todas mis resistencias, me ha llamado mi vecino para avisarme de que estaban destruyendo el azufaifo. Vestidos con una especie de monos blancos y máscaras, en una imitación cutre de lo que se veía en X Files, han metido el bulldozer con el pretexto de cortar la hiedra, y probablemente estén dañando o cortando ya las raíces de nuestro árbol. Supportis no está para bromas de trasplantes (tendrían que esperar a septiembre-octubre para ese simulacro). En el fondo, ellos también saben que esa política mayoliana de Parcs i Jardins es una ficción de consolación para ingenuos, porque los árboles trasplantados mueren enseguida. Eso, si los trasplantan. En la antigua Escuela de Puericultura, tan magnificada en la propaganda socialista del barrio como Jardins de Vil·la Florida, desaparecieron árboles magníficos para siempre ("renovació de l'arbrat", lo llaman, además de estropear la magnífica casa con una reforma discutible y un suelo barato y feo). Cuando entré en esos jardines y vi que habían convertido el bosque inglés salvaje en una especie de cursi jardincillo minimalista, en fin... Y aún hay que dar gracias de que el ajuntament nos regale un espai verd, mientras permiten que arranquen todos los árboles centenarios...


He llamado a la Guàrdia Urbana, y a Ninca, y ahí estaban grupos de vecinos horrorizados, los tenderos que nos apoyan, yo llevaba el documento del ajuntament diciendo que hasta septiembre-octubre no se puede trasplantar ese árbol, etc. Quelle horreur.


He tenido que dejarme el té chino en la tetera, ducharme y bajar corriendo.


Y me he olvidado la cámara, así que no puedo enseñar el espectáculo sorprendente, la hermosura del azufaifo extendido rodeado de destrozos, ruinas, polvo y esos hombres como gusanos blancos trepando y desprendiendo amianto contaminado de la pared de uralita. Cómo destrozan nuestro mundo, como nuestra cultura se desmorona tragada por la fealdad. Todo lo que nunca podría comprender mi interlocutor fallido, que ridiculizó esta resistencia nuestra, y cuya esposa, no por casualidad, trabaja con Imma Mayol.


Pero cuando vuelva mi vecino, colgaré sus fotos. Documento de la destrucción. Mientras, no hay más que mirar en la web de la cons(des)tructora el espantoso proyecto que van a imponernos en nuestra pobre pequeña calle: pero cuidado porque una contemplación prolongada del proyecto ampliado no es impune y obligaría a acudir a los antidepresivos. El edificio es tan espantosamente feo que dudo si poner directamente la foto en estos blogs, sobre todo contrapuesta a la belleza de la casa sombreada que ya han destruido. Para rematar, dicen del proyecto: "DESCRIPCIÓN: Construcción de un edificio de 6 viviendas triplex y 14 plazas de aparcamiento en la calle Arimón, 7 de Barcelona.SUPERFICIE: 1.351 m2. Qué espanto. Si sabemos que han pagado oficialmente tres millones y fu de euros por esa propiedad y venden cada uno de esos catorce pisos a un millón y fu cada uno, y construyen con un arquitecto técnico sin nombre, podemos imaginar lo que ganan por destruir nuestro paisaje y nuestra calma, dejando aparte las 14 plazas de parking. La pregunta es: ¿Cuánto gana el ayuntamiento por autorizarlo?


Hablo con una amiga tan independiente que no soporta contraer ninguna deuda, por pequeña que sea, y me hace pensar en los Yakuza (no sé si alguien recordará la película de Sydney Pollack y Robert Mitchum), sobre esa mafia japonesa de guerreros tatuados, con legado o mitología samurai, que están obligados a pagar sus deudas, si hace falta cortándose el dedo meñique para eliminar el desequilibrio. Como la hospitalidad (y lo antihospitalario) y el agradecimiento son los grandes temas de mi anónima y pequeña vida (aunque hoy me siento Matusalem, j'ai plus de souvenirs que si j'avais mil ans), siempre cito esa historia, así que voy a buscar la película para refrescar mis fuentes.



Unas horas después, los obreros y las grúas se han desvanecido, el mirlo canta a toda potencia en el único ciprés del patio de manzana desierto, la gata vuelve a dormitar en la terracita sur, y mientras trabajo, puedo imaginar que el viejo mundo aún existe aquí y que si salgo a la terraza o al salir de casa encontraré el paisaje de antes.



jueves, 14 de junio de 2007

Abandono fugaz

Entre mi ya crónica falta de tiempo y el asunto del azufaifo/ginjoler -furia simbólica, espacio de resistencia, batalla perdida y su estela de tristeza- trasladado al blog Polis, tengo abandonado este blog, aunque mi cabeza sigue llena de pensamientos que deberían posarse aquí.
He leído una entrevista a Terry Gillian en La Contra y me he sentido afín en muchas cosas.
De pequeño, mi hijo pensaba que todas las cosas interesantes las hacíamos cuando él no estaba (el simbolismo freudiano era justo) y una vez, cuando él pasaba unas vacaciones con su primo en Galicia, me dijo: "Segur que fins i tot heu anat al Tibidabo". A mí me pasa algo similar con La Contra. Según me cuentan, tengo la impresión de que las mejores entrevistas parecen publicarse los días que yo estoy fuera o no compro La Vanguardia. Hoy la he leído mientras comía, en un pequeño café que hay en Muntaner, donde unos franceses hacen quiches caseras, zumos naturales y brownies con buena materia prima. Y ha sido una excepción. Las cosas que dice Terry Gillian: Intentar ser libre, conectar con la infancia (¿y qué ocurre cuando la infancia fue una tortura, cuando no se pudo apenas jugar, cuando la cobardía de unos adultos y la violencia de los otros dominaron casi todo, y el silencio y la desigualdad fueron la única herencia, exceptuando sólo mi conexión precoz con el paisaje y el mundo maravilloso de los libros?. Lo que ocurre es l clave del bloqueo. Sigo repitiéndome, siempre dando vueltas en torno al mismo ensimismamiento), crear espacios de resistencia, ser crítico, usar la imaginación, valorar lo que se tiene. Y su visión crítica de la gente drogándose con drogas legales o ilegales y refugiándose en hypods mientras dejamos que unos pocos nos estafen, manipulen y limiten.
Y volviendo a mi resistencia contra la política municipal de regalar la ciudad sin poner límites al mercado más mafioso, Eugeni Madueño me manda, vía un amigo común, unos escritos del desaparecido Huertas Clavería en La Vanguardia, en su sección “Pasaje de los ciudadanos”, donde cuenta que el azufaifo o ginjoler (otro de los tres ejemplares que había en Barcelona, y hablo en pasado porque el nuestro tiene los días contados, aunque si lo hubieran dejado en su sitio tenía una expectativa de vida de 70 u 80 años) era el árbol preferido del alcalde que reinició la degradación de esta ciudad.
Copio aquí sus dos comentarios:

Lunes 10 junio 2002
El árbol favorito del alcalde Clos
El árbol predilecto del alcalde de Barcelona, Joan Clos, es un azufaifo –en catalán “ginjoler”– que se encuentra junto al palacete Albéniz. El “ginjoler” da unos pequeños frutos precisamente en esta época del año. Teniendo en cuenta la devoción de Clos por este árbol, muy propio de Montjuïc, sería oportuno plantar uno junto a la Universitat Pompeu Fabra, en la Rambla, ya que su ampliación supuso la desaparición de la calle Gínjol. Sería una forma de recordar que existió. La citada calle era conocida sobre todo por los amantes de la noche, puesto que allí se encontraba La Buena Sombra, un célebre local de diversión. Así, la frase hecha “estar més content que un gínjol” gozaría de mayor justificación.

22 noviembre 2002
Llega el “gínjol” a la Pompeu Fabra
El 3 de diciembre, el alcalde Joan Clos inaugurará un “gínjol” (azufaifo), su árbol predilecto, en un rincón junto a la Pompeu Fabra, a dos pasos de la Rambla de Barcelona. El “gínjol” es un obsequio de Jaume Pagés, el hombre fuerte del Fòrum de les Cultures. La razón de instalarlo en ese lugar es recordar que durante muchos años existió una calle llamada del Gínjol, que desapareció cuando se construyó el nuevo edificio de la Pompeu Fabra.
Josep Maria Huertas Clavería.
En cuanto a la ilustración, se la debo a Eduardo Martín de Pozuelo, pues mi batalla por el azufaifo le hizo pensar en que Calvin y Hobbes llevan unos cuantos días desesperados por la tala de árboles. Y es que en su mundo se cuela la fealdad que está devorando el nuestro. Lástima que no logro ampliarla...
Además de los periodistas conocidos que me consuelan con sus sugerencias, están los amigos. Uno me cuenta batallas suyas similares (contra un campo de golf en L'Escala!), otro me propone que plante un azufaifo con los frutos de éste, otra descifra los jeroglíficos de mi existencia cotidiana por teléfono, en tiempo récord.
Visitad el blog de Amics Arbres... Arbres Amics para ver al ginjoler... cada vez más amenazado.
Pero vamos a presentar demanda a Patrimoni de la Generalitat.

lunes, 11 de junio de 2007

Cine, historia, lágrimas, árbol y lectores

Como no tengo imágenes de la película, pongo otra de esas viejas fotos mías, que me sirve para expresar algo melancólico sobre la pérdida y encaja con lo que quiero contar. Diría que la fotógrafa era A. N. Yo tenía entonces 18 años, la edad que ahora tiene mi hijo.

Anoche vi una película que me sobrecogió. Elena Vilallonga fue la primera en hablarme de HH y luego Pere Albero, cuando supo de mi libro balcánico me recomendó Good Husband, Dear Son, y me ayudó a localizarla en una distribuidora francesa, que sólo la tenía en VHS. Aproveché que estaba aquí mi amigo serbio y la vimos juntos, en un reproductor de vídeo obsoleto.

Exceptuando el personaje del principio, que no parece formar parte de la historia, Good Husband, Dear Son muestra a los supervivientes de una masacre en el pueblo bosnio de Ahatovići, que hablan de la vida a través de la muerte, de su pérdida, nos explican sintéticamente cómo eran esos muertos, por qué les querían o cómo era su relación, pero muestran su emoción con una contención dulce, como si una especie de cortesía o de consideración con su interlocutor les dominara a la hora de exponer ese dolor que les acompaña y forma parte de sus gestos, oculto en su vitalidad reconstructora.

Hay una extrañeza poética, simbólica, de escenificación teatral en su traslación a los objetos, tan reducidos, que les han quedado de sus muertos (les quemaron las casas y lo han perdido casi todo), y queda un reloj que se paró en la hora de su muerte, una camiseta del hijo en el campo de concentración, lavada y remendada, el marco de madera de una ventana construida por otro el marido, las herramientas del hermano. La forma dolorosa en que acarician esos objetos porque no les queda nada más...A veces incluso escenificando, como si así pudieran revivirles, usando las herramientas como él lo hacía, abrazando la camiseta...

(Excepto ese primer personaje) no mencionan a quienes lo hicieron, sólo una vez a un serbio que les ayudó. No parecen pensar en la crueldad ni en la violencia, sólo en el amor que perdieron, y parecen transfigurados por ese mismo sentimiento, llenos de él pese a todo, filósofos rurales...

La mujer que cuenta, con una asombrosa quietud, llena de nostalgia, de ingenuidad y de sonrisas que casi piden perdón, el amor físico con su marido, abrazando su foto. O el viejo, con su barbilla destrozada, que cantaba en las bodas de todos y no ha vuelto a cantar, que recorre con nosotros el cementerio y acaricia cada tumba (los pilotes blancos musulmanes) como si palmeara la espalda de esos seres queridos y va diciendo: Éste es mi hijo mayor, Eldin, le gustaba salir de noche... Éste es mi hermano mayor, Ozren, daba muy buenos consejos... Y tras nombrarlos y acariciarlos a todos, revelando siempre una característica o un deseo de cada uno, llega al final del cementerio y ya en off dice que al recorrer ese camposanto le parece estar en una boda, porque él cantó en las bodas de todos ellos.

Creo que es la película más impresionante, sobria y poética que he visto sobre la guerra de los Balcanes. Heddy Honigmann es una documentalista peruana (Lima, 1951), que vive en Ámsterdam, y a mí sólo me queda buscar el resto de su filmografía. Y sobreponerme a la resaca emocional que nos invadió viéndola y que ha dejado en mí una estela poderosa, una tristeza, un enorme silencio.

Hasta tal punto que me ha consolado corregir unos textos donde se describen las estrategias animales aplicadas a la arquitectura. Y comer con amigos traductores que pasaban fugazmente por la ciudad. Y tomar café con amigos argentinos.
Mientras, la campaña por nuestro azufaifo sigue generando firmas (ya tenemos 200, sobre todo gracias al esfuerzo de Ninca) y apoyos y negociaciones (y descubrimientos). Por alguna extraña razón, nos hemos ganado la agresividad de los que trabajaban en la destrucción del edificio. Y por otra parte, en el blog Arbres amics hablan de nuestro árbol. Últimas noticias en el blog POLIS.
Y una última cosa: ayer puse unos contadores en estos blogs, animada por la desaprobación agresiva de mi interlocutor fallido ("no me extraña que no sepas nada de Yugoslavia, decía él, deberías leer mis links"), yo me preguntaba quién pasaba por aquí, quién me leería, si existirían esos lectores silenciosos, que no dejan rastros escritos. De ayer a hoy he visto más de 500 y me ha impresionado. Tal vez fuese el domingo. Tal vez la cita (sin dirección) de Enrique Vila-Matas en El País. Tal vez una casualidad.
He pasado a ver al librero de la calle Berlinès, que ha firmado para proteger al azufaifo, y allí, una profesora, al oír hablar de nuestro árbol ya conocido, me ha reconocido y ha dicho que era lectora de mi blog desde que me oyó hablar en el Any Freud. Y yo quiero dar las gracias a todos esos lectores, que me prestan su compañía invisible y silenciosa y dan sentido a estos diarios abiertos, mediante un aparato contador.

domingo, 10 de junio de 2007

En El País

Foto: Sello de Georgia O'Keeffe (en otros países emiten sellos bonitos, no como en éste)

En su Dietario voluble, Enrique Vila-Matas escribe El fin de Barcelona, un artículo brillante inspirado en nuestro azufaifo y otros árboles que caen en esta pobre ciudad, bajo las excavadoras autorizadas por unos políticos que no trabajan para nosotros, sino para el puro mercado.
Debería leerlo mucha gente, incluso mi interlocutor fallido de Polis (aunque él tal vez sea impermeable, con su imagen de una ciudad que mejora día a día y sus visiones de soldados nazis amantes de la naturaleza y representantes del humanismo), deberían leerlo los responsables de esta política inmobiliaria, aunque no les importe (Toma el dinero y corre, parece su lema en estas cuestiones), tal vez así podrían empezar a ver que algunos, cada vez más, estamos descontentos, furiosos, desesperados con la ciudad que están dejando.
Y los que lean el texto de EVM, tal vez visiten el interesante blog sinólogo-lacaniano de V.
Me voy a la calle a comprar El País. Luego seguiré este post.
Plus tard...
Lo cierto es que hoy he tenido una pesadilla inquietante y he pasado la mañana regañándome a mí misma por mis errores de anoche. "Ah, si tu superyó se ha levantado con mal pie, malament", me dice Lydia O., que no tiene nunca pesadillas (y es autora entre otras cosas del texto y la selección de un libro insólito de Cecil Beaton, ya comentado aquí, meses ha) con su humor habitual. Hasta que me ha llegado el primer mensaje de un lector vilamatiano del País. Y eso me ha cambiado el humor.
Eso sí, acabo de pasar cerca del azufaifo, que reina en todo su esplendor en medio de un desierto de escombros, ahora ya sin casa, y el dolor de la casa perdida, y la fealdad revelada por su vacío (otras obras, otras destrucciones), me ha asaltado agudamente. Bajaré con la cámara cuando me recupere. Por cierto que Antoni Clapés, editor de mi plaquette, me envía una foto del azufaifo, hecha ayer por la tarde, con el móvil, como homenaje a mi obstinación arbórea. Intentaré ponerla aquí...
Coincido con Jodorowski en que la falta de belleza es lo que nos enferma. Aunque también creo que la belleza tiene sus excesos y riesgos. He questioned softly "Why I failed"? "For Beauty", I replied --, decía aquel poema de Emily Dickinson que me he aprendido de memoria sin querer (ninguna traducción me convence)... esa atmósfera de dos que se encuentran en sus tumbas y se preguntan por qué murieron, uno por la belleza, otro por la verdad, y así se descubren hermanos, y hablan y hablan hasta que el musgo les cubre los labios y borra sus nombres). Yo también caí una vez por la belleza, y el deslumbramiento se prolongó durante años, sin querer ver los agujeros, poniendo parches mágicos para taparlos, hasta que la red cedió y caí de nuevo al bosque.
Me pregunto (o es mi superyó de esta mañana) si tanta contradicción de pensamientos sumará cero. No me pregunto qué diría mi interlocutor fallido, ahora ya convertido en personaje de mi blog, gracias a mi irritación de ayer, y a que la orografía de mis estados de ánimo (o la definitiva sinrazón de mi reivindicación del humanismo y la defensa de uno de esos árboles que a él le sobran en Barcelona) se ha apropiado de su aparición para mi divertimento inocente, integrándose en mi cáustico diálogo con mi superyó matinal). Al fin y al cabo, le he inmortalizado aquí (y no agresivamente y tratando de ridiculizar incluso mi nombre, como ha hecho él), aunque le haya borrado de mi espacio en Polis. Me faltaba descubrir que en el mundo de los blogs también hay gente agresiva porque sí, personajes que sólo buscan a alguien contra quien desahogar su frustración, lo cual me devuelve a la banalidad del mal.

viernes, 8 de junio de 2007

De amigos y complicidades


Algunos amigos pasan por aquí y se ofrecen a firmar contra la muerte del azufaifo. Ninca dejó un cartel en mi portería y he visto con sorpresa las firmas de mis vecinos. Ayer, dos guapas expertas de una tienda dietética de precisión, donde compro algunas hierbas especiales (siempre soñando con el brujo chino de Alice), me ofrecieron quedarse un escrito para que la gente firmase y hoy una de ellas, al enseñarme las firmas, me ha dicho: "Yo no lo hago sólo por el árbol, sobre todo lo hago por ti, porque con ese gesto mereces que todos te apoyemos". Y yo, sumida por el insomnio de ayer en un estado de peligrosa vulnerabilidad, he notado un leve temblor en las pestañas, pero me he ido de allí con ganas de cantar el aria de la reina de la noche.
Ayer apareció una amiga que vive lejos: quiso visitarme para firmar y trajo unos brownies caseros y otras maravillas para celebrar (aun sin tiempo) la supervivencia del azufaifo, o por lo menos, nuestra tentativa firme, con mucho té de gengibre e intrincada conversación, aunque fuese fugaz, mientras mi huésped balcánico dormía.
Hoy, al volver de comer en un chino cantonés helado de vainilla con gengibre!), contuve el aliento bajo el calor al ver la casa destrozada, ya caída, destapando feamente la obra de al lado y la otra, que compiten en su fabricación de polvo y ruido y escombros, y sólo me alivió cerciorarme de la valla protectora que al fin preserva nuestro árbol de los escombros. Cuando se marchan los obreros, el mirlo vuelve a cantar para mí y la gata descansa del polvo.
Plus tard, uno de mis vecinos amigos me ha traído una película de Lacan que empieza diciendo, en su tono vehemente y teatral, Je dis toujours la verité! Cuando la vea, lo contaré aquí... Y después ha llegado otro vecino amigo y se ha llevado formularios de firmas para actores y directores que defiendan nuestro árbol...
Esta capotiana Audrey Hepburn (una Holly Golightly inspirada en la actriz Carol Grace, entonces pareja del escritor William Saroyan) de la foto me recuerda mucho a la guapa amiga radiante que no me dejó pagar la comida china.

jueves, 7 de junio de 2007

More about our Jujube tree


Foto: Isaïes Fanlo.
No podía resistir la tentación de poner aquí esta foto. Tal vez la destrucción de la belleza sea menos terrible en blanco y negro. O tal vez sea simplemente el talento del fotógrafo (aunque no coincido con él en su elogio de Mitoraj). Hace calor y el ruido de las obras me envuelve como un cinturón opresivo, asfixiante, que se une a mi transitoria (espero) ruina, a la falta de tiempo y la urgencia de todos los trabajos de traducción que no me permiten escribir, ni leer, pero tampoco sirven para pagar las facturas. Mi vecino me ha llamado esta mañana para avisarme de que oía una sierra mecánica en el antiguo jardín del azufaifo. Oigo también caer los escombros con gran estrépito y me pregunto si habrá ido la guardia urbana a ordenar a los trabajadores que protejan el árbol. Unos comerciantes peleteros (!), encantadores y amantes de los árboles, apoyan nuestra campaña.
El breve intercambio con el encargado o capataz de los ejecutores de la destrucción de la casa no permite albergar muchas esperanzas. Parecía desdeñoso y desafiante o tal vez contento de ejercer un poder destructor que le compensara de otras frustraciones, o para dar rienda suelta a sus instintos. Yo, que recién había corregido mi traducción sobre los criminales de guerra balcánicos no puedo evitar pensar en la banalidad del mal y en imaginar cómo algunos vecinos y gente "normal" se convertirían en perpetradores en una situación de guerra, aunque sólo fuera para aliviar su legítima desesperación, desviándola de sus verdaderos causantes.
Parece ser que en este país, el negocio de la construcción (sin límites legales) se ha convertido en la salida del dinero negro de la mafia napolitana y siciliana, lo cuenta el escritor Roberto Saviano, perseguido por esas organizaciones.
Hay días en que el reverso oscuro del mundo parece más terrible o más difícil de soportar. No sé si es la luz o el calor sucio o las obras omnipresentes (que no dejan olvidar esa tendencia a arrebatarnos toda sombra, toda frescura donde refugiarnos) o la repentina invasión a traición de un recuerdo espinoso (por la vía de un dolor físico), pero ni siquiera las visitas de los amigos o la música logran aliviar mi malestar, seguramente pasajero, como suele ser.
(Plus tard...) Y es. Otra vez los cambios de luz, o el descubrimiento de un deseo de escritura bajo la maraña de traducción, la reducción del calor, o los restos fisicos de una celebración gozosa robada al tiempo me cambian la percepción de las cosas y me hacen sentir energética y feliz pese a todo. La ruina exige paciencia. El trabajo, cierta voluntad tenaz. La escritura, tiempo que no tengo, pero que encontraré, por la pura fuerza de las cosas, en dos semanas más. Ya no oigo las obras, sólo la música que he puesto para restaurarme.

He ido

a ver a Judith Butler al Centre Francesca Bonnemaison, gracias a J. y a B., amigos que me recordaron que venía. Me ha gustado su nervio discursivo, su humor, su posicionamiento tan de izquierdas y tan crítico con la política antiterrorista y norteamericana en general y en la historia. Me interesa también su punto de vista en la discusión sobre la ausencia del padre o el modelo familiar tradicional, yo disentía de esa tendencia de ciertos psicoanalistas franceses que intentan apoyar el modelo patriarcal con la teoría o el mito edípico, etc. Ella es más sugerente. Lo único es que su discurso, respecto a sus textos, parecía algo trivializado allí, o quizá con menos matices, o dando prioridad sólo a lo político. Tal vez en el seminario del Macba se pueda llegar a más honduras, pero yo no tendré ocasión. Mi falta de tiempo es ya aguda...
Al pasar por Via Laietana rondaba el helicóptero y muchas luces azules. Me han dicho que había pasado una manifestación en apoyo a los "mossos", quel horreur. Ya estaba yo notando algo molesto de tener que pasar cerca de aquella comisaría del horror que para mí sigue irradiando viejos sufrimientos.
No me he olvidado del azufaifo, he puesto aquí las últimas noticias. Estoy esperando a que algún medio nos haga caso. Mientras, se siguen sumando apoyos.
Últimamente mis dos blogs se contaminan y confunden uno al otro. No sé si podré mantenerlos separados o si por el contrario, éste es un estado pasajero. O tal vez es demasiado tarde ya para seguir blogueando. Me retiro.

miércoles, 6 de junio de 2007

El ruido de las obras

Foto: I.N. "L'escaletta è ajustata", Cadaqués, 2007
Un auténtico estrépito alrededor de mi casa me impide olvidar todo lo que están destruyendo. La pobre gata se refugia del ruido y del polvo en su caseta perruna, olvidando sol, moscas y lagartijas de verano.
El azufaifo sale en un blog especializado en salvar árboles de la ciudad, o más bien en denunciar los que van cayendo sin que nadie proteste. Pueden verse fotos de las obras y del bonito azufaifo amenazado. En ese blog señalan la indiferencia de Imma Mayol (presidenta de Parcs i Jardins) y sus "verds" (que deberían llamarse grocs).
Una amiga me anuncia que el colegio que había junto a la casa del azufaifo, un edificio antiguo con un par de bonitas palmeras, l'Escola Sant Gregori (de donde ya cayó un sauce inmenso años ha), se traslada, lo cual supone la amenaza inminente de otro horror. ¿Dónde nos refugiaremos? Esta ciudad va cayendo rápidamente y pronto será irreconocible. Y era bien bonita...
Recuerdo una expedición a Pineda, a ver la Fundació Tharrats. Nos perdimos y entramos en el espantoso barrio que rodea al pueblo de antes, un lugar tan feo que sobrecoge, pero de esos que ahora lo invaden todo. Cuando al fin logramos salir, a pesar de la falta de indicaciones, Àngel V. dijo, en su tono tan convincente: "Sort que hem sortit... M'estava agafant una depressió... I després em costa molts dies recuperar-me". Él atribuía su sensibilidad a su edad, pero yo me siento igual. En ese momento ya pensé en el mundo como un lugar horrible y sin sombra de árboles donde refugiarse. Por cierto que en aquel museo, una recepcionista nos dio un folleto para que pudiéramos asistir a "24 hores de cultura!", algo que a ella le parecía maravilloso pero que recordaba más bien a una gincana o una fiesta escolar con carreras de sacos, horrible música a todo volumen y megáfonos. Pese a la magnífica selección de carteles, portadas de libros y cuadros de la primera época de Tharrats que habíamos visto allí, el folleto aquel y su entusiasta defensora encajaban bien con la fealdad constructiva que ahora rodea a Pineda.
Alguien me dijo que no se puede volver a ningún sitio, porque el mundo se va estropeando muchísimo, y al menos, hay lugares que ves por primera vez, y sin la sensación espinosa de lo perdido, de todo lo destruido, no decepcionan.
No tengo tiempo ni de pestañear. Sueño con la beca que me permitiese acabar mi libro balcánico y volver a ser persona, escribir, leer. Y con un rapto siciliano. (La foto es sólo un resto de mi fin de semana.)

lunes, 4 de junio de 2007

Vuelta


Desde la terraza de la casa que me acogía y que tanto me gusta se ve la furia constructora que devora la montaña y amenaza el paisaje, pero también los restos de belleza de Cadaqués y los cambios luminosos del mar, los gatos ociosos, la invasión de las buganvillas y el verde. No he fotografiado a mis árboles favoritos, los que siempre intentaba abrazar de pequeña y que siguen milagrosamente en pie. Ahora los veía de otra manera, aún más cerca, porque mi campaña por el ginjoler me ha situado en otro lugar, aún más apasionadamente arbóreo.
Sigo y seguiré sepultada bajo una montaña de trabajo urgente, y en medio de la imposibilidad lacaniana de todo, imagino salidas y meandros felices. En Cadaqués conseguí trabajar poco, mucho menos de lo que debía, pero tuve la suerte de maravillosas conversaciones y una cena argentina bajo los árboles, y dos veces me bañé en el agua helada sintiéndome casi heroica.
Hoy ha salido mi carta en La Vanguardia, que ahora copiaré en Polis. Es algo derrotista, porque la escribí antes de saber que Parcs i Jardins y el Ajuntament de Barcelona nos daban la razón. Pero la han elegido para el recuadro central.
Algunos escritores ilustres vecinos y ex vecinos, además de artistas y emprendedores, se han ofrecido a firmar contra la destrucción del árbol. La campaña sigue en pie. Uno de ellos me dice que en su barrio van a tirar la última palmera y acaba su mensaje con un "¡Viva el ginjoler!"